Anoche soñé con un parque de diversiones.
Llegaba justo a la entrada, con toda mi apariencia adulta. Me recibía un guía que me mostraba todo lo que había.
- Por allá hay un parque de agua para chicos, y acá unas hamacas- me decía.
Y todo era miniatura, todos eran juegos a donde yo no me podía subir, porque era grande, porque era adulta.
- ¿No hay ninguno en el que yo pueda estar?- le pregunté.
- Ese de allá me dijo, pero no hay cosas como las montañas rusas, eso sería muy peligroso para la gente que viene a visitarlo.
Cuando me fijé el único juego que yo podía disfrutar era una especie de montaña rusa, pero más chiquita, sin tantas vueltas y toda encapsulada y llena de cinturones de seguridad.
Es extraña la forma en que deseaba poder subirme a todos los juegos. Disfrutarlos como lo hacían todos. Pero no podía, ya no estaba para esas cosas. Y no me gustaba, no podía entender cuando había pasado el límite de los centímetros que juzgan quien se divierte y quien no.
Creo que este sueño hubiese pasado de ser percibo, si la noche anterior no hubiese soñado conmigo.
Yo, de grande claro, sentada en el borde de un escalón. Y allá, más lejos, una nena.
Se iba acercando de a poco. Al principio no la distinguía claro, era como todas, pero de pronto la vi.
Una nena que era yo de nena. Con dos colitas, que se reía temerosa. (Como siempre me había reído de chica) Con miedo, como si alguien me juzgara por ser feliz.
Y se las presentaba a todas, orgullosa de la nena que había sido.
- Mirá, esta es Luciana. – y si lo era.
Probablemente era más Luciana que la grande. Era la que, a pesar del miedo, se reía.
Que raro mis sueños
Quizás me sienta como una nena, ahora que todo el mundo parece de juguete de plástico y las lucecitas de colores no son más que ilusiones.
Quizás tenga miedo de crecer, de darme cuenta que la vida no era como en esas épocas en las que podía sonreír y subirme a todos los juegos.
No lo sé, pero no me importa. Eso es algo que se lo dejo a alguna de esas psicólogas que le gustan analizar todo.
Porque mientras más pienso lo que quiero ser, más lejos estoy. Será que tengo que dejar de preocuparme por como y cuando crecer, y dejar que la vida me envejezca de la forma que más le guste.
SUEÑOS VERÍDICOS.
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