miércoles, 22 de junio de 2011

Positivismo de Julio.

Julio trajo consigo el invierno y congeló todo lo que había a su paso. Me agregó un par de kilos de hojas que se secaron antes de ayer. Tensionó los nervios y ya no puedo moverme.

Cuestionó cada frase que dije, invalidó mis discursos, trastornó mi historia. Julio se habrá cansado de pasar de largo en mi vida, y se dedicó a hacerse notar. Como quien quiere resguardar lo que jamás tuvo, aprisionó sus brazos al aire ya frío.

Quizás tuvo miedo, de esos miedos supersticiosos. Como cuando te dicen que se acaba el mundo y vos, desesperadamente guardas aquello que consideras importante en una caja. Como si así pudieras salvarla, como si la fuerza poderosa del destino no cayera sobre la memoria que es lo único que nos queda.

Julio se adueñó del tiempo, ahora todo parece correr en cámara lenta. El mundo está invernando en mi casa. Aunque no sé en cuál de todas.

Que placer es poder contemplarte desde este capullo que algún día florecerá. Mientras yo no me deje, no me podes tocar Julio.

Ni vos, ni los demás Julios que existen en mi vida. Y aunque Cortázar me haya abandonado hace algún tiempo, y Verne no me quiera llevar más de viaje, soy yo la que decide que vos no pasas por el agujerito de mi puerta Julio.

Andá a intentar congelar otra ciudad, la mía está poblada de sol.

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