lunes, 2 de abril de 2012

Mi hermana


Sé que vos llegas porque todo se ilumina y empieza la fiesta. Y todo el dolor que habitaba se esconde desesperado atrás de un pedazo de esperanza.
 Lo se porque te vi llegar una sola vez, y nunca más te vi irte.  Y quizás eso haya sido lo más sublime de nuestra existencia.
 Se cuando venís porque brotan átomos de energía infinita que se disipan por cada rincón. Y sos un enorme espejo  que refleja la verdad. No mentís, jamás.
 Y entonces todo, no sé bien porqué, empieza a marchar como debería, y la disfuncionalidad se restringe a muy pocas cosas.
 Se cuando llegas porque ahí, y solamente ahí, hay un halo cubriendo el cielo de un color sin nombre y sin medidas. Y nada resulta más importante que tu presencia despojada de cuerpo y de materialidades. Más bien la figura que forma tu sonrisa en medio de la noche más oscura, o tu corazón brillando con más intensidad que el sol. O tu alma, quizás.
 Y te preguntarás que me sirve saber cuando llegas, y no te das idea lo importante que es para mí prevenirte.
 Porque aunque descreída de todo, bien sabes que lo que nos queda por vivir va a ser exactamente idéntico a este presente.  Con este compromiso a vernos felices, y a intentar lo imposible para defendernos del mundo. Vivas, (sobre todo vivas) porque la vida se reduce en amor, y mientras vos estés, el amor me sobra.
 Y entonces se cuando venís, porque la sangre- que también es tu sangre- corre con otra dinámica, un poco más rápido diría, un poco más placentera. Sin duda se cuando venís, porque al lado tuyo da placer vivir.
 Básicamente, lo que quiero decir, es que hace 21 años que te conozco, e inevitablemente se cuando venís, porque cada vez que algo me desalienta, están tus brazos abrazándome entera.
¡y cómo no saber cuando venís si cuando estás todo siempre sale bien!
Gracias por regalarme la enorme satisfacción de verte llegar siempre, y nunca alejarte.
Te amo.

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