- “Cuando nosotras éramos chiquitas, también las fiestas eran más lindas”- le dije. Porque era cierto, nada podía reemplazar los cohetes con mi primo, bailar toda la noche con Gisela, quedarnos hasta las 6 de la mañana tomando sidra y charlando de cosas que no hablábamos nunca, pero que la noche nos hacía debatir. Y ni te cuento, creerse uno mi mismo lo de papá Noel, para no sacarle las ilusiones a los chicos.
- “Sí, pero en esa época ya las cosas habían cambiado mucho”- me dijo-“Lo que pasa que la gente no tiene ganas de festejar ahora, no ves a nadie con una bolsa de regalos, ni arman los arbolitos en ningún lado”.
Increíble. ¿Cómo se puede perder el encanto de la navidad? Justo ahora que las propagandas y las películas no hablan de otra cosa. Ahora que todos entienden de marketing, y justifican las publicidades
Ahora que nos hace tanta falta un poco de ilusión.

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