jueves, 17 de diciembre de 2009

Hoy.

¿Por qué todo nos sale mal? Si ya no basta luchar para que las hormigas nos cedan un lugar en el hormiguero
Si ya a nadie le importa ese ladrón que le sacó las monedas al ciego de la iglesia y que nos arrebató lo que no tenemos, porque nunca tuvimos nada.
Si nadie vino a reclamar el muerto que se pudre en mi placard.
¿Por qué no alcanza mostrar las manos, que de tan ásperas da asco mirar? Si debajo de las uñas no hay más espacio para seguir rasgando la piedra que nos aplastó.
¿A quién apuñalé ayer, cuando parecía perfecto, para verme tan derrotada? ¿Por qué me olvido hoy de eso? Si todos siguen trayendo flores, como si hasta acá abajo llegará el perfume.
Quizás este mundo no esté hecho de nubes, si hay que ir esquivando flechas para no caer herido. Si allá están los otros, que se disputan la nada, ese pedazo de hueco que complete el vacío total.
Quizás este mundo no esté hecho para muertos, porque finalmente el que pisa más fuerte es que está más vivo. Y hay que ser vivo para ganarse la torta.
Porque siempre gana el hombre con el puñal en las manos y nosotros, que siempre hemos sido tan santos, que si acaso pecamos no nos dimos cuenta, que nos comemos el cuento que el malo siempre gana, elegimos subir la bandera de la bondad y la lucha.
Como si por decir que uno merece el cielo, no fuera vanidoso. Como si eso no mereciera, tal vez, alguna pena.
¿Habrá que sentarse a esperar que todo pase? Si pelear por lo que uno quiere no siempre conduce al objetivo. Si para ganarse el cielo hay que vender más sueños que el de al lado. Si hoy todo el mundo pelea y ya no resulta muy convincente estrechar la mano del que nos da de morfar.
¿Habrá que salir con tacos a altos a pisar los pies de quienes están bailando? Puede que esa sea, para muchos, la única solución que se encuentre.
No nos merecemos entonces todo esto que tenemos. Quizás tampoco ellos. O esto sea lo que nos corresponde a todos, por mirar por la cerradura lo que ya había en casa.
Si al final no importa si es justo o no. Si al final alguien siempre tiene que perder, y ¿por qué siempre somos nosotros?
¿Dónde encuentro la mano que toqué el timbre del recreo?
¿Dónde apago la luz para que todo pare, o para no seguir viendo esta guerra que hace tiempo hay en mi hormiguero?



              Porque la lucha, por más
              objetivo noble que tenga,
             siempre es lucha.

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