
Me gusta buscarle una razón a todas las cosas del mundo, porque creo en las explicaciones. El chocolate también me gusta, aunque me hayan regalado bombones tan pocas veces. Creo que quizás, eso es lo que más valoro: las cosas que me pasaron con muy pocas personas, porque eso los hace especiales. Pretendo que la gente haga cosas, aún pensando que no debería pensar así. No quiero cambiar a nadie, y sin embargo a todo lo que me quiero dedicar es a cambiar los malos hábitos de la gente. Yo misma estoy llena de ellos. Creo que el peor de todos, es pensar que hablé, actúe y hasta respire como una completa idiota cuando hablo con alguien que recién conozco, y que por eso, no me querrá volver a ver. Hablo mucho para impresionar a la gente y cuando estoy aburrida. Después, amo el silencio y podría pasar un día entero con palabras indispensables. Puede que “Te quiero” sea una de ellas, porque el amor está sobre todas las cosas en mí, y pertenece a la lista de prioridades. Mi familia también está ahí, aunque no se los demuestro tanto. O no explícitamente, porque lo que más adoro es hacerle cartas sorpresas para que empiecen bien el día, juegos como la búsqueda del tesoro, o videos. Creo que lo hago porque así es justamente como alguien me conquistaría: con sorpresas. Es que las sorpresas son mis opuestos, a mi que siempre estoy esperando algo, maravillarme es anormal. Ese es mi peor defecto, con la impaciencia claro. Así que imagínense! Esperar algo, y encima ya, no es una buena combinación. Hasta hace poco tenía muchos más motivos para desvalorizarme, pero ahora creo que soy mucho mejor de lo que pienso. De chica no me imaginé así como soy. Quería ser algo más formal, más estricto. Me admiro, porque tuve la fuerza para superar mis propios límites, que siempre suelen ser las murallas más grandes. Y todo lo logré porque sueño mucho (Que no es lo mismo que tener imaginación). Sueño todo el tiempo con lo que pasará después, porque futuro siempre fue mi tiempo preferido. Creo que ahí me espera lo mejor, hasta que alguien me dice que lo mejor es lo que tengo ahora. Sueño los diálogos, las fotos, las cataratas que van a cubrir el paisaje el día en que la novela que vivo tenga su final feliz. Pienso así, en novelas. Porque soñar me llevó a escribir. Como dije, ser soñadora no es lo mismo que ser imaginativa, y a pesar que lo escribo es mío, generalmente hago plagios de lo que me gusta. Por suerte me gustan muchas cosas, como ser esta nena que sigo siendo. Mamá me dice que cada vez me parezco más a mi papá. Porque claro, a ninguno de los dos nos gusta cumplir años. Es que tenemos miedo, de los cambios sobre todo. Miedos, tengo a montones. Creo que el mayor es ese: las cosas que cambian. Las cosas siempre cambiaron en mi vida- porque así es con todo- y a pesar de todos mis errores, llegué muy lejos. Cometo los mismos errores varias veces. Con eso demuestro que me gusta aprender, aunque siempre me quejo. Me deberé quejar porque aceptar siempre cuesta más, y es menos trágico. Y mis telenovelas necesitan un poco de drama. No soy fan de nada ni de nadie, pero sería capaz de dejar todo por quien valga la pena. Me atrevo a muchas cosas que otros no, pero después quizás me arrepienta muchas veces que los que no se animaron no sufren. Aunque tengo historias que contar y la paso bien. Pero bien, bien, generalmente la paso con mis amigas, cuando nos juntamos. Me gusta ser el centro de atención, lo reconozco. Pero cuando me doy cuenta me cayo, y escucho a los demás, porque eso es lo que voy a tener que hacer el resto de mi vida. Ojalá no me retracte de lo que digo, pero la carrera que elegí es la que mejor me sienta. Mucho antes de saber que quería ser psicóloga, ya analizaba los problemas ajenos. Me gusta ayudar a los demás, pero también me gusta darle sus espacios. Eso debe ser el resultado de la frase “Cuanta menos bola le das, más atrás tuyo va a estar”. Y Bren diría que como buena pisciana, estoy seduciendo todo el tiempo. Mis amigas dirías otras cosas mucho menos insinuantes. Aunque entro en proceso de enamoramiento muy fácil, y nunca tuve novio (Con mis veinte años hoy cumplidos), y tampoco amigos hombres. No creo en la amistad entre el hombre y la mujer, pero debe ser porque nunca los tuve. Quizás si de chica, en mi grupo hubieran aparecidos nenes con quienes jugar, hoy pensaría de otra forma. De grande, se ponen en juego otras cosas, por lo que es más difícil encontrar amigos. Soy simple y compleja a la vez, por estos pensamientos que ahora expongo. Simple, porque en veinte años pude vivir de muchas formas. Simple, no necesité nunca más que mi cabeza para inventar el mundo ideal, y mi cuerpo para vivir en él cuando el de afuera no era tan lindo. Simple, porque lloré cuando tuve ganas (Y se me dio muy seguido en algún tiempo). Simple, porque no acaté las leyes que me imponían: cometí mis errores, por no esperar a que él me llamé, por no esperar el amor para entregarme, por decir que no a muchas ofertas, por renunciar a trabajos sin haber cumplido si quiera un mes. Simple, porque digo siempre lo que pienso, y me hago cargo. Pero soy compleja, porque me busqué explicación, aún sabiendo que la gente no se explica, pero a mi me encanta.
Feliz cumpleaños.
ResponderEliminarTe firmo con culpa, lo sé.
Que estés bien Lu, sin duda tu mejor redacción fue esta última. Superadora.