
Después de tantos cuentos he llegado a la conclusión que los sueños se cumplen.
Creo que no es mérito mío, pero sí lo es.
No soy la única que piensa de esta manera, de otra forma no se plantearía el debate. Sin otros que piensen igual seguramente sería una esquizofrénica. Pero The dreams, dreams are dirán otros. Y también deben tener su cuota de razón. No todo en esta vida es tan determinantemente cruel.
Sin embargo también es mérito mío, pues de todas las posibilidades yo elegí seguir soñando. Decido día a día demostrarme a mi misma que todo lo que primero esté en mi mente, después puede estar en la realidad que vivo con el cuerpo, con las arrugas que se forman cuando me río sinceramente.
Al final es así: sin sueños, seríamos simplemente seres vivos que caminan al precipicio de lo indiferente. Que se viven para morir, y no se mueren por vivir.
Y a pesar de eso, si después de todo nos resumiéramos en alucinaciones sin sentir jamás realmente lo que soñamos sentir, no tendríamos eso por lo que nos quejamos tanto y que no es más que la realidad cruda, que termina siendo no tan cínica ni arpía como creíamos.
Entonces, si los sueños son buenos o malos, o si existen o no, no merece discusión. Simplemente porque valen la pena siempre que luchemos por cumplirlos.
Y ahí nos formamos en personas contradictorias, que claramente es complementaria. Nos damos cuenta que la realidad coopera con los sueños y viceversa. Sin alguna de las dos no seríamos nada, y de lo que se trata siempre es de tener fantasías para seguir creando otras realidad, pero no sin la realidad que nos hace el amor y nos embaraza de sueños.
Y yo, que me queje tanto de ambas, y que siempre defendí a las dos por igual, entro en otro problema que antes no tenía. En una complicación que de haber apostado por uno de los contrincantes de esta batalla, no hubiera asumido.
Es que ahora estoy segura. Tengo la confianza y la certeza que siempre aluciné lo que ahora tengo. Y que lo tengo me lleva sin preámbulos a seguir soñando.
De hecho podría afirmar sin cuestionarme nada que todo lo que escribí fue mi realidad pintarrajeada de colores que fantaseé.
Pero si los sueños se cumplen, y no hay nada que me impida volverlos tangibles… ¿Qué es lo que más deseo en este mundo? ¿Cuál es el sueño por el que elegiré luchar?
Sé- ahora más que nunca- que todo lo que quiero lo puedo alcanzar. The World is mine, y ¿de qué me sirve?
Soy dueña del anhelo tajante de tener todo ahí, a un puño de distancia, y de no saber que es lo que quiero agarrar.
Sería más fácil si supiera cuál es mi sueño. Si tuviera en claro que quiero.
Entonces, en mi cumpleaños, cuando veo una estrella fugaz, cuando pasa un tren, el deseo es seguir despierta para delirar siempre. A ver si al fin, de una vez por todas tengo en claro el sueño que voy a convertir en realidad.
Creo que no es mérito mío, pero sí lo es.
No soy la única que piensa de esta manera, de otra forma no se plantearía el debate. Sin otros que piensen igual seguramente sería una esquizofrénica. Pero The dreams, dreams are dirán otros. Y también deben tener su cuota de razón. No todo en esta vida es tan determinantemente cruel.
Sin embargo también es mérito mío, pues de todas las posibilidades yo elegí seguir soñando. Decido día a día demostrarme a mi misma que todo lo que primero esté en mi mente, después puede estar en la realidad que vivo con el cuerpo, con las arrugas que se forman cuando me río sinceramente.
Al final es así: sin sueños, seríamos simplemente seres vivos que caminan al precipicio de lo indiferente. Que se viven para morir, y no se mueren por vivir.
Y a pesar de eso, si después de todo nos resumiéramos en alucinaciones sin sentir jamás realmente lo que soñamos sentir, no tendríamos eso por lo que nos quejamos tanto y que no es más que la realidad cruda, que termina siendo no tan cínica ni arpía como creíamos.
Entonces, si los sueños son buenos o malos, o si existen o no, no merece discusión. Simplemente porque valen la pena siempre que luchemos por cumplirlos.
Y ahí nos formamos en personas contradictorias, que claramente es complementaria. Nos damos cuenta que la realidad coopera con los sueños y viceversa. Sin alguna de las dos no seríamos nada, y de lo que se trata siempre es de tener fantasías para seguir creando otras realidad, pero no sin la realidad que nos hace el amor y nos embaraza de sueños.
Y yo, que me queje tanto de ambas, y que siempre defendí a las dos por igual, entro en otro problema que antes no tenía. En una complicación que de haber apostado por uno de los contrincantes de esta batalla, no hubiera asumido.
Es que ahora estoy segura. Tengo la confianza y la certeza que siempre aluciné lo que ahora tengo. Y que lo tengo me lleva sin preámbulos a seguir soñando.
De hecho podría afirmar sin cuestionarme nada que todo lo que escribí fue mi realidad pintarrajeada de colores que fantaseé.
Pero si los sueños se cumplen, y no hay nada que me impida volverlos tangibles… ¿Qué es lo que más deseo en este mundo? ¿Cuál es el sueño por el que elegiré luchar?
Sé- ahora más que nunca- que todo lo que quiero lo puedo alcanzar. The World is mine, y ¿de qué me sirve?
Soy dueña del anhelo tajante de tener todo ahí, a un puño de distancia, y de no saber que es lo que quiero agarrar.
Sería más fácil si supiera cuál es mi sueño. Si tuviera en claro que quiero.
Entonces, en mi cumpleaños, cuando veo una estrella fugaz, cuando pasa un tren, el deseo es seguir despierta para delirar siempre. A ver si al fin, de una vez por todas tengo en claro el sueño que voy a convertir en realidad.
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