Medio mes atrás el dolor empezaba con una frase: “Se te fue tu amor”.
Y era verdad, vos te ibas y a mi se me daba por intentar retenerte cuando debía dejarte ser libre.
Saber que siempre fuiste así, proclive a volar, no me preparó para ese momento en que desplegaste las alas.
Pero como todas las cosas, seguiste tu rumbo sin que pudiera intervenirlo. Y todo lo que podía hacer me conformaba a mi y me sentía tan egocéntrica, que hasta dudé de tu amor. O del mío, no sé. Es que era uno solo al final.
Creo que nadie lo supo (Quizás eso era lo mejor) que me importabas más de lo que parecía. Y entonces nadie lo entendió por qué me sequé por dentro cuando te ví ahí, tan tieso como mis manos.
Debe ser eso que siempre nos conectó lo que me da la seguridad que me querías, o los recuerdos que me contaron, no lo sé. Pero si te tengo que recordar, y si te tengo que escuchar aunque no estés presente, prefiero hacerlo pensando que vos también sentías lo mismo. Y era tan difícil saber lo que vos sentías, y a la vez tan fácil para mi.
El tiempo solamente acumula las ganas que me abraces. Supongo que es un período, ya pasará.
En vida fuiste amor, y todas las cosas que yo podía hacer y vos no, no me sirvieron de nada. Porque al final me quedé inmóvil y muda. Al final, lo que único que nos sirvió a los dos, fue el alma.
El alma que sigue estando en mi, y la tuya que estará en algún lugar muy cerca de la mía.
Y estaba confundida tu mamá ¡No sabes cuánto!
Porque no se me fue el amor, mi amor nunca se va a ir. Te habrás ido vos, que eras mi amor. Pero el amor que te tengo no se va a ninguna pare. Mi amor siempre va a ser tuyo, va a ser del infinito que me regalaste.
Mi amor siempre va a ser tuyo, porque no era el cuerpo el que antes te contaba de mi amor. Porque no lo necesité antes, mucho menos ahora.
Mi amor siempre va a ser tuyo y no se va. Nunca.
Esto es, quizás, lo último que te escribo. Porque las palabras también es una expresión del cuerpo, y no las necesito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario