domingo, 24 de octubre de 2010

Welcome to paradise on earth

Estoy buscando la forma más franca de decirte que las páginas de nuestro diario son inacabables. Quiero decir que no tienen fin, porque también así es nuestro amor a pesar del universo que nos separa.
Pero justamente es por eso que no me importa. Porque el mundo morirá algún día y se acabarán las palabras, y quedarán solamente esas que te escribí cuando vos vivías tu vida tan lejos de mí, y esas que me dijiste cuando yo aprendía realmente a respirar desde el aire de tu alma.
No me estoy despidiendo. Despedida suena a abandonar algo, y no voy a dejar de amarte nunca. Y seguramente pase la vida y descubra que no estuvimos nunca en el terremoto que creemos estar ahora, y siga mi vida y me enamore. Pero nunca voy a dejar de amarte.
Y sin embargo también es un adiós. Quizás es un poco despedirme de lo que no tuve nunca y no lo tendré. Es alejarme de tus miedos, de las ganas de abrazarte, de tu boca mía. Y no tengo otra opción, tengo que irme y despedirte con un beso que te diga que te amo, y que te amé con la misma intensidad toda mi vida. Jurarte que no hubo nadie que pudiera saber lo que haría dos minutos más tarde, que me haga ir en contra de mi misma por dártelo todo. Que voy a ser únicamente tuya de todas las formas posibles que existan, aunque no me quede nada más para darte. Que tus caricias se quedan rozándome la piel hasta que ya no exista.
Pero todo eso que te puedo decir le pertenece al futuro en el que no estás, y de todas formas quiero decírtelo, como si así sanará un poco más la quemadura que me quedó por haber jugado con fuego tanto tiempo. (O esta nueva que me estoy haciendo)
Y me despido para toda la vida, aunque toda la vida no me alcance para decirte lo que sos para mí, para repetirte otra vez que podré olvidarme de vos pero jamás dejarte de amar.
Pero si hasta ahora me había guardado tus frases y tus locuras para embaucar el deseo de tenerte y no poder cumplirlo, hoy me quedo con lo más lindo de vos, que son mis cuerdas vocales diciéndote lo que grita mi alma, y el temblor de mi cuerpo con tu respuesta.
Nosotros dos sabemos todo, no hay nadie que entienda cuánto nos quisimos.
Y me queda alejarme de vos por segunda vez, y seguir amándote como siempre.
Creo que eso expresará la página que me falta escribir. Dirá que lo nuestro no es una historia, porque los cuentos inevitablemente terminan. Y en mí, esto es eterno.
Y ahora también estarán escritas tus palabras, aunque solamente las veamos nosotros dos.
Quizás lo mejor de este presente, es que ahora no estoy sola en la gratificación de amarte. Que no fue en vano construirte este edén para que viviéramos los dos, o regalártelo. Y que ahora puedo contarte como algo tan chiquito te puede hacer inmensamente feliz por sobre el dolor de los años acumulados en un rincón.
Bienvenido al paraíso terrenal, en el que los dos estamos equivocándonos por la causa más justa y valorable: amor.

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