Debería aprender a callarme en tus molestos silencios.
Justo ahí, donde tus ojos se duermen y se apaga el mundo,
es cuando debería aprovecharme de tus sentidos.
Quizás treparme a tu cuello, quizás devolverte el sonido.
Como si bastaran dos caricias y un par de besos para cambiar el cuento.
Mientras exista la mínima posibilidad te los seguiré dando,
y me seguirán doliendo como en el comienzo.
A fin de cuentas, si no te importa mi tormento, a mi tampoco.
¿Qué sentido tiene sufrir si no me estás viendo?
Si lloro porque me sale, pero también lloro por tu consuelo.
Nadie se habrá sometido más que mis manos a tu nariz,
a recorrerte el tacto hasta el extremo,
a dejar que tus palmas bailen conmigo en una canción que ya no hallo.
Ni siquiera tus dedos se habrán sentido tan prisioneros como mi cuerpo.
No hubieran corrido el pelo para liberarme el cuello esa noche,
y esa noche no hubiera acabado nunca como en mis sueños.
Mientras exista la mínima posibilidad habrá más noches,
Quizás no de las buenas, pero en tu boca.
Y entonces qué importa la vida entera
si por cada instante en tu locura, hay una vida que no respiro.
Y no te confundas que no es extremista mi planteo.
Sé que puedo elegir el camino que me lleve lejos,
Pero te elijo a vos con tus cinismos, ignorándome por completo.
Tampoco es conformista este pedido, merezco más que tus caprichos.
Mientras exista la mínima posibilidad seguiré complaciéndote.
Nada es más divertido que darte eso que en realidad no te consiente.
Pero estoy segura que si hay una chance, aunque sea ínfima
Si uno de tus antojos suele ser mi boca, y tus ojos se hunden en los míos,
y aunque sea una de tus mil noches me pertenece
y puedo al menos darte un suspiro,
entonces te juro que acá te espero, aunque suene eterno y absurdo.
Acá te espero, porque aún confío.
Mientras exista la mínima posibilidad, seguiré intentando que a vos te pase lo mismo.
Justo ahí, donde tus ojos se duermen y se apaga el mundo,
es cuando debería aprovecharme de tus sentidos.
Quizás treparme a tu cuello, quizás devolverte el sonido.
Como si bastaran dos caricias y un par de besos para cambiar el cuento.
Mientras exista la mínima posibilidad te los seguiré dando,
y me seguirán doliendo como en el comienzo.
A fin de cuentas, si no te importa mi tormento, a mi tampoco.
¿Qué sentido tiene sufrir si no me estás viendo?
Si lloro porque me sale, pero también lloro por tu consuelo.
Nadie se habrá sometido más que mis manos a tu nariz,
a recorrerte el tacto hasta el extremo,
a dejar que tus palmas bailen conmigo en una canción que ya no hallo.
Ni siquiera tus dedos se habrán sentido tan prisioneros como mi cuerpo.
No hubieran corrido el pelo para liberarme el cuello esa noche,
y esa noche no hubiera acabado nunca como en mis sueños.
Mientras exista la mínima posibilidad habrá más noches,
Quizás no de las buenas, pero en tu boca.
Y entonces qué importa la vida entera
si por cada instante en tu locura, hay una vida que no respiro.
Y no te confundas que no es extremista mi planteo.
Sé que puedo elegir el camino que me lleve lejos,
Pero te elijo a vos con tus cinismos, ignorándome por completo.
Tampoco es conformista este pedido, merezco más que tus caprichos.
Mientras exista la mínima posibilidad seguiré complaciéndote.
Nada es más divertido que darte eso que en realidad no te consiente.
Pero estoy segura que si hay una chance, aunque sea ínfima
Si uno de tus antojos suele ser mi boca, y tus ojos se hunden en los míos,
y aunque sea una de tus mil noches me pertenece
y puedo al menos darte un suspiro,
entonces te juro que acá te espero, aunque suene eterno y absurdo.
Acá te espero, porque aún confío.
Mientras exista la mínima posibilidad, seguiré intentando que a vos te pase lo mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario