Había vivido tanto tiempo pensando igual,
es inhumano que aparezcas para cambiar mi mundo.
Viniste como trovador a derrumbar la moral
que sostenía la base que cada día fundo.
Y aprendí que el tiempo me había engañado:
jamás mi sonrisa había sido más amplia.
Y yo que creía en esa mueca del pasado
que le llamaba sonrisa y al final no era nada.
Comprendí que no hace falta una vida
porque tantos años no suponen que lo conozcas,
que eran ajenos mis sueños mientras dormía,
y que los mejores besos no siempre son en la boca.
Que con mis labios y tu consentimiento puedo pintar un cielo,
que los principales maestros no están en la escuela,
que no hacen falta palabras para romper el hielo
y que con tus ojos se completa la escena.
Y yo que había confiado en la finalidad de la rutina,
ahora sé que en cada día hay algo nuevo.
Que sos más lindo sentado en mi cocina,
y que caminando de tu mano, me parece que vuelo.
Supe en una noche que también se llora sin motivos
y con el cuerpo rebalsando felicidad por las manos.
Que tus suspiros son más tuyos, si son míos,
y que no pierdo sin sentido, sino que ahora gano.
Y al final eras vos quien quería experimentar
y terminaste develando el misterio
que en tus brazos puedo despertar
lo que llevaba toda una vida durmiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario