Acabamos de abrirnos al mudo tal y como lo desconocíamos. Acabamos de despertarnos del sueño en que vivimos, para resistir en otro sueño del que ahora somos conscientes.
Y acá todo es confuso, y está bien que así sea. ¿Qué buscaríamos si todo estaría claro?
Si el tiempo cronológico es una construcción de los hombres ¿Por qué no habríamos de inventar un tiempo nuestro?
Y nos sentimos ajenos en nuestro propio suelo, pero pusimos las estrellas donde creímos que mejor quedaban y plantamos semillas para que crezcan lunas en donde caminemos.
Y estamos tocando el horizonte que nos rodea, y vemos nacer las flores en las copas de los árboles que cubren el cielo.
Allá lejos hay un desierto lleno de personas que están zumbando nuestros nombres y mi mano se resiste a escribir cuentos en los que no estés. Y acumula palabras que te dedican y que guarda celosamente, pero tienen la urgencia de caer como la lluvia en febrero. Y caen, porque quizás lo único que nos quede del mundo que habíamos creído real es la gravedad.
Y puede que sea eso lo que haya hecho desplomarse las verdades que dormían en el altar.
En el mismísimo momento que lo concreto dejó de alcanzarnos para ser felices, fuimos dueños del título de constructor y de la sabiduría que acá, con vos, surge otro mundo desde el centro de la tierra.
Y empezamos a inyectar las amapolas del perfume que dejan los sueños en la almohada que compartimos, y llenamos los ríos con las lágrimas que todavía no nos pertenecen.
Acabamos de abrirnos al mundo tal y como lo desconocíamos, pero que empezamos a querer.
Y de este lado, en el lado B de lo humano, no existen más experiencias que las que empezamos a vivir.
Y morimos para renacer de nuevo en la mañana, cuando venga a cantarnos el sol y las nubes se enloquezcan y generen remolinos en el medio del estomago.
Acabamos de conocer una dimensión que ninguno de los dos habíamos visto antes a pesar de tenerla tan cerca. Y nuestro mundo nos encuentra boca arriba en el suelo, con las manos listas para empezar a armar sobre los cimientos, los edificios que nos sonreirán en los paseos de la tarde.
Acabamos de nacer. Salimos de un alma mater que se hace llamar amor. Y desde ahí, del calor que nos gestó todos estos años y que nos dio a luz en e momento exacto, es que venimos a crecer inseparables.
Acabamos de destapar el volcán que esperaba erupcionar hacía ya tiempo.
Acabamos de abrirnos al mundo tal y como lo desconocíamos. Que lindo es hacerlo con vos.
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