jueves, 15 de septiembre de 2011

Temblor

Ella nunca había temblado por amor.
Lo había hecho por miedo,
por frío, por desesperanza.
Había tiritado tantas veces de cólera,
cuando el viento rozaba por primera vez su cuerpo.
De locura, por efecto de las olas.
Había temblado por pasión,
por pánico escénico, antes de los parciales.
cuando le dijeron que era buena,
frente a los resultados
Había vibrado con un par de canciones
y algunas películas.
Cuando alguien lloro y en las risas sinceras.
Pero ella nunca había temblado por amor.
Lo había hecho aquella vez que escuchó ruidos
y no pudo precisarlos,
o cuando despertó de algún sueño.
Quizás tembló un par de veces
por el sacudón de un colectivero.
De vergüenza, o de impotencia.
Había sentido su suelo moverse
frente a lo desconocido o lo nuevo.
Con alguna mala noticia en el noticiero,
o algún buen comentario de mamá.
Con un abrazo de sus amigas,
un 25 de septiembre,
por la sorpresa de un cohete explotando.
Había temblado en medio de una multitud,
porque sí,
un día de lluvia en el medio de un camino.
Pero nunca por amor.
Había tiritado en su cumpleaños,
con algún recuerdo,
por asombro, por deseos.
Pero nunca había temblado por amor.

Hasta que él llego
Y entonces ella entendió que nunca había temblado.
Los únicos terremotos los da el amor.

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