miércoles, 9 de mayo de 2012

Carta abierta a Santino, Julia, Manuel y Valentín.




  Vendrá el futuro a verte cualquiera de estos días,
Y tendrás en las manos lo que nunca tuvimos.


Quisiera poder contarles lo que es realmente la vida,  pero todavía soy muy joven para poder hacerlo, y aun estando en el último minuto de mi muerte, jamás podría explicarles de que se trata todo esto.
 Es inmenso lo que hicieron conmigo, y no habría nada que pudiera retribuírselo. Y entonces me queda contarles que espero que se guarden un poquito de esa inocencia sana que ahora tienen, que sigan preguntando cada cosa que no saben. Las dudas hay que vaciarlas siempre, ojalá que no les quede ni una pelotita de la incertidumbre rebotando en sus almas.
 Deseo que alguien algún día les niegue algo- no importa qué- para que puedan entender que la prosperidad es disfrutar lo que se tiene. Se puede vivir feliz sin lo que los demás nos prohíben, pero de ningún modo se puede vivir sin el otro. Luchen, lo importante de eso no es el resultado, es la lucha misma. Es ser consiente de lo que somos capaces.
Espero que cada vez que se vayan de viaje, sigan el camino del sol y siempre lo busquen. Sin importar cuán nublado está el día, mañana será otro. Y tengan presente que mientras en el suelo argentino la oscuridad de la luna nos encierra y nos agobia, en china el sol quema las callecitas. Será cuestión de empezar un vuelo sin escala al otro continente que nos abrigue del frío.
 Hagan lo que quieran hacer, griten cuando tengan los brazos entumecidos de bronca, lloren delante de la gente, amen sin importar lo que puedan decir.
 Lean tantos libros, que no se acuerden ni lo que decían, y vuelvan a leerlos. Redescubrir es parte de este camino, no siempre lo mejor es lo nuevo, ni tampoco aquello que ya vivimos tiene que ser exactamente igual al pasado.
 Mírense en el reflejo de cada vidriera que encuentren en su camino, y sonrían. Adentro alguien sonreirá con ustedes.
 Dejen anclar el dolor un tiempo en sus corazones. No se puede salir al bosque si no se está adentro de una cueva. Permítanse cada sensación. Déjense atravesar por esa línea de pulso que marca una máquina.
 Verán que este mundo no es tan mágico como el que le estamos contando ahora. Pero que los cuentos de hadas no existan, es perfecto. Nos da la posibilidad de construir cualquier historia, a nuestro modo.
 Entenderán que hay gente de mil formas, y seguro que los lastimarán. Pero vale la pena ese mínimo dolor para superar miedos.
 No sé donde estaré yo cuando crezcan. Quizás siga soplando las velas con ustedes cada cumpleaños, o puede que en una sonrisa mía se estalle el recuerdo de haberles agarrado esas manos ahora chiquitas, pero con potencial de vida.
 De lo que estoy segura, es que soy feliz en su paz disfrazada de terremotos, llantos y gritos. Que no quisiera cuidarlos del mundo, porque si ustedes están en él, entonces nada es tan malo.
 De lo que estoy segura, es que a través de todos esos ojitos soñadores, dormí un día, con la convicción que ustedes son ese futuro que viene a tocarnos la puertita. Y a mi me queda abrírselas de par en par, con las alas colgaditas en el perchero para que cuando quieran emprender el vuelo, no tengas más que correr hacía ellas y calzárselas. Y una manito de ustedes saludándome, y un beso mío volando en el aire, y este hilo invisible que nos une (Y nos unirá).
 Un cantautor escribió una canción, y al final decía “quise escribirte una canción, para enseñarte a vivir. Eres un recién llegado y yo ya soy tu aprendiz”.
 No les puedo enseñar, lo que ustedes me aleccionaron desde que nacieron.
 Nunca dejen de vivir.



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