No me detendré en el contexto por varias razones. Primeramente, porque a fin de lo que quiero plantear, si bien podría resultar útil, mi meta sigue quedando clara sin la descripción de los demás pedazos del sueño. Creo que por sobre todas las cosas, no lo expongo porque pondría en evidencia a quién está dirigido y no está en mí hacer un análisis freudiano, sino simplemente llegar a la conclusión que pueda.
Diré simplemente, que lo que más me llamó la atención y allí donde me voy a detener, sucedió en una especie de teatro debajo de una estación de tren, donde yo era una de las actrices principales ( Y lo digo porque quizás sea eso la punta del ovillo, lo más trascendental del sueño. Y sin embargo no es mi punto de análisis, por lo que le confiere un estatuto de reprimido que lo hace más inconciente todavía)
Pero el centro de mi análisis se basa en la aparición- en ese teatro que mencioné- de un bichito negro que emitía un zumbido constante. La peculiar característica era que éste era negro y brillante. Tenía en su lomo una especie de esmeralda en forma ovalada que hacía más hermoso al bichito.
En su conjunto, el bicho era una cosa tan extraña como atrapante, cautivante.
Sin embargo a mi me causaba mucho miedo, terror. Todos los que estaban presentes- en mi sueño- intentaban sacar al bichito, llevándolo hacia la puerta sin tocarlo, precisamente por el estado de pánico en el que estaba yo.
Así concluyó el sueño: todos tratando de guiar al bichito hacia fuera, yo evitándolo y subiéndome a donde podía para alejarme de él, y el hermoso bicho negro con la esmeralda en su lomo, eludiendo al resto, ganando siempre la batalla por quedare adentro y chillando a cada instante.
Después de eso, me levanté sobresaltada, pensando que el bichito estaba ahora en mi cama.
Hasta acá la descripción del sueño. Me enfrentaré ahora a la tarea de deshilar este gran entretejido.
Lo primero que se me viene a la mente con este sueño, son una espacie de bichos verdes, que hacen ruido y que al aplastarlos son asquerosos. A este tipo de insectos lo conocí en la provincia de Chaco, pero más que la relación real que tiene (que ambos son bichos y emiten sonidos) no puedo establecer otra coincidencia.
Sobre todo si al mismo momento en que pienso en ello también se me viene a la mente una frase que leí en el papel de una señora en el colectivo.
No sé si exactamente dirá así como a continuación lo voy a exponer, pero me causó tanto impacto que hizo que la recordara por vario tiempo posterior: “Crecí con miedo al amor”.
Me sucede que yo no la expresaría así, sino más bien en forma interrogativa (¿Crecí con miedo al amor?) Porque creo que es algo de lo que no soy conciente y que me contradigo mucho cuando intento responderla.
Si pienso en el bichito de mi sueño, era como yo alguna vez hubiera descrito al amor. Es una buena metáfora.
Y ahora que lo noto, en la mayoría del relato usé la palabra “bichito” descartando otras más toscas y más repulsivas como “Bicho” o “insectos”.
Si hubiera una definición del amor lo haría coincidir con el sueño: el amor entonces sería un bichito hermoso que se cuela en tu camarín y que siempre está haciendo ruido.
¿Y que hice yo frente a él? Tuve miedo, muchísimo. Tal como decía el relato del colectivo.
Pero debe haber más, yo fui más lejos en el sueño. No me quedé en la sensación simple, intenté que los demás saquen al bichito de ahí.
No puedo hacer relación con algún hecho específico, porque ahora el pensamiento que invade mi cabeza es que muchas veces llegué a la conclusión que yo hacía eso con el amor.
Es una forma de otorgarme tanta culpa a mi como al resto en mis relaciones fallida. Si el otro expulsa al “Bichito del amor” por mi, queda claro que yo fui la cruel que di las ordenes, pero el optó por sacarlo, sin revelarse.
Y fíjense ustedes como cambian las cosas escritas. Diciéndolo, hubiese pasado de ser percibido, pero puse Yo doy las ordenes. Me pongo en una posición superior. Frente a una orden ¿Cabe la posibilidad de revelarse por el otro?
Si bien estoy dispuesta a asumir que auto boicoteo mis relaciones y que creo controlar el amor, voy a salir en mi defensa a responder que sí, que lo demás pueden revelarse. Y que quizás sea eso lo que yo busco. Alguien que se juegue por ese bichito que está ahí adentro con un solo fin: protegernos a ambos. A mí del miedo y al insecto de no irse.
Alguien que nos amigue y me saque el miedo convivir con el bichito aquel.
Y justamente en mi sueño logro eso, porque a pesar de que intentan sacarlo, y de mi terror crónico, el bichito negro queda adentro.
No quiero extender mucho más este análisis, por lo tanto concluiré que respecto del miedo al amor es algo sobre lo que todavía debería trabajar- y que queda claro por el miedo que siento cuando me despierto con el amor en mi cama-. Pero miedo (Creo yo) tenemos todos, entonces el sueño no fue más que una expresión lógica de cómo vivo el amor (fallido) en mi caso particular.
(Sin embargo esta no es una conclusión que merezca publicación, sino más bien la síntesis más pobre que me permití llegar. Espero poder realizar algún día un análisis más profundo, más completo y más revelador).
No hay comentarios:
Publicar un comentario